No hay oscuridad más
tenebrosa, más odiosa,
que la que reina en esa
profundidad cavernosa.
Allí donde yacen mis
ilusiones, mi mayor anhelo.
La tumba de mis sueños, agujas
agudas de hielo.
Me hundo en esa profunda,
fría y hostil cavidad
Cada vez que afronto y duele,
mi cruel realidad.
La tumba de mis alegrías,
donde reina el silencio.
Donde atenaza la soledad, que
allí se aquerenció.
Las notas desafinadas de mis
gritos y llantos.
Guarda la tumba, que nadie
sepa mis quebrantos.
El mundo gira y exige la
risa, el gozo sempiterno.
Nadie quiere las zozobras de
un ser en el averno.
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