sábado, 14 de junio de 2025

HOMBRE... y aquella


Tú que vas dejando jirones de amoríos sin destino,
que observas a la mujer de turno como un objeto
de arte para tu colección de amantes o pasatiempo,
que cuando ves ansiedad de compromiso sales corriendo.
Yo te encuentro razón, si tienes la memoria de las cavernas,
si eres el cazador y no la presa, eres el protector, el fuerte.
Y te llega el día en que sin saber cómo entregas el corazón,
porque también sabes amar, y crees que has decidido darte,
y graciosamente propones matrimonio para toda la vida,
y formas familia y eres feliz, más nunca falta la amante apetecida,
pero escondida y no falta la mujer que tonta cae en tu trampa,
y jura que te alejarás de lo construido y tus amores de hogar,
¡ vana espera en el gran porcentaje de casos!, cómo
acomodar tu humanidad en otro colchón, en otro bergere,
¡cómo empezar a probar otra vez las comidas, amigos nuevos!
no ¡eso no está en tu ADN! y mantienes las dos veredas, la tuya
conocida y familiar, la otra que es de vitrinas relucientes, pero
no se vive en un mall, y vuelves al hogar, y la otra a soñar que quizás...
porque es más joven, porque tu piel se enciende a su lado,
porque hay cosas que ella entrega pues tiene el tiempo
para ti y solo por ti. Porque, porque... hasta el infinito
Pobre necia, pasan los años y nada se define, se marchita
y queda en cual Penélope de la canción aquella, en
la estación de los sueños siendo por siempre la oculta, la nada.

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